jueves, 20 de abril de 2023

LEYENDA DE RÓMULO Y REMO

 LA FUNDACIÓN DE ROMA 



Cuenta una leyenda romana que, en tiempos remotos, vivieron dos hermanos gemelos, llamados Rómulo y Remo. Nada más nacer, los dos hermanos fueron depositados en una cesta y abandonados en las aguas del río Tíber. Pero aquel día, se desencadenó una gran tormenta y el río Tíber se desbordó. La canasta fue arrastrada por las aguas hasta quedar detenida al pie de una higuera. Atraída por los llantos de los dos hermanos, una loba descubrió la canasta. La loba se compadeció y alimentó a los niños, amamantándolos como si fueran sus propios cachorros. Finalmente, un pastor que cuidaba de sus ovejas encontró a los dos hermanos, los recogió, los llevó a su casa y los crio junto a sus hijos. Cuando los dos hermanos fueron mayores, Remo fue apresado por los soldados del rey. El pastor llamó entonces a Rómulo y le hizo una gran revelación: –Rómulo –le dijo–, has de saber que yo no soy tu padre. Tú y tu hermano sois nietos de Numitor, el verdadero rey de estas tierras. El hombre que ocupa el trono es un usurpador que destronó a vuestro abuelo, mató a vuestra madre y ordenó que os arrojaran a las aguas del Tíber para que murieseis ahogados; pero los dioses quisieron salvaros la vida y una loba os recogió y os amamantó. Ahora, este mismo tirano ha encarcelado a tu hermano y piensa matarlo. ¡Acude pronto y libéralo! Rómulo organizó un ejército de jóvenes pastores y se encaminó hacia el palacio del usurpador. Tras una cruel batalla, consiguió derrotar al tirano y liberar a Remo. A continuación, los dos hermanos buscaron a su abuelo Numitor y lo restituyeron en el trono perdido. En agradecimiento, Numitor dijo a sus nietos: –Tomad el territorio que más os guste y disponed de él como si fuera vuestro. Rómulo y Remo deliberaron sobre qué lugar escogerían y finalmente eligieron la ribera del río donde habían sido salvados por la loba. –En este territorio –se dijeron– uno de nosotros dos fundará una nueva ciudad y le dará su nombre. Para decidir quién de ellos sería el fundador de la ciudad, Rómulo y Remo acordaron confiar en los augurios. El fundador sería aquel que viese en el cielo mayor número de aves. Rómulo subió a un monte situado junto al río y Remo subió a otro monte cercano. Rómulo vio volar doce buitres, mientras que su hermano Remo solo vio volar seis. Finalmente, Rómulo fue el designado para crear la nueva ciudad. Rómulo tomó dos bueyes, los unció a un arado y trazó un extenso círculo en torno al monte desde el que había divisado los doce buitres. Después, proclamó: –Este será el emplazamiento de la futura ciudad. Sobre el surco que he abierto en la tierra, se levantarán unas murallas inexpugnables y dentro de ellas se guarecerán sus habitantes. Los campesinos que pastoreaban en aquellas tierras se burlaban de Rómulo. En aquel monte solo veían piedras y arbustos. Pero con el transcurso de los años, sobre el surco abierto por Rómulo se levantaron fuertes murallas y dentro de ellas prosperó una gran ciudad.

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